La Educación de los Hijos: Derecho y Deber de sus Padres
Por el hecho de haber dado la vida a sus hijos, los padres tienen el derecho originario, primario e inalienable de educarlos; por esta razón ellos deben ser reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Ellos tienen el derecho de educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales y religiosas, teniendo presentes las tradiciones culturales de la familia que favorecen el bien y la dignidad del hijo; ellos deben recibir también de la sociedad la ayuda y asistencia necesarias para realizar de modo adecuado su función educadora.
Además, los padres, habiendo donado y acogido la vida en un clima de amor, poseen un potencial educativo que ningún otro detenta: ellos conocen en manera única a sus propios hijos, en su irrepetible singularidad y, por experiencia, poseen los secretos y los recursos del amor verdadero.
Su buen ejemplo y su liderazgo es esencial para reforzar la formación de los hijos.
Los padres deben ser conscientes de su propio papel educativo y de defender y ejercitar este derecho-deber primario.
Se recomienda a los padres asociarse con otros padres, no sólo con el fin de proteger, mantener o completar su misión de primeros educadores de sus hijos, especialmente en el área de la educación en el amor, sino también para contrarrestar formas dañosas de instrucción sexual y para garantizar que sus hijos se formen según sus principios y en consonancia con su desarrollo personal.
En el caso de que los padres reciban ayudas de otros en la educación al amor de los hijos, se les recomienda que se informen de manera exacta sobre los contenidos y las modalidades con que se imparte tal educación complementaria. Los derechos de los padres son violados cuando el Estado impone un sistema obligatorio de educación del que se excluye toda formación en valores humanos y morales.
En particular, la educación sexual que es un derecho básico de los padres debe ser impartida bajo su atenta guía, tanto en casa como en los centros educativos elegidos por ellos.
Las oportunas informaciones sobre la sexualidad deben ser ofrecidas en el más amplio contexto de la educación al amor. Los padres deben dar una información con extrema delicadeza, pero en forma clara y en el tiempo oportuno. Todo niño es una persona única e irrepetible y debe recibir una formación individualizada.
Tenemos que lograr que se reconozca ampliamente y se proteja el derecho primario de los padres de familia a educar a sus hijos, así como el derecho de todo padre para elegir el tipo de educación, de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas, que habrá de darse a sus hijos en la escuela.