El cuerpo de un hijo, dentro o fuera, nacido o por nacer, no es parte del cuerpo de su madre ni es de su propiedad. Abortar no es automutilarse sino mutilar a otro. Debemos empeñarnos en que la libertad de decidir de toda mujer, sobre ser o no madre, se ejerza antes del embarazo.
La vida en sus momentos más vulnerables, antes de nacer y en la declinación de la existencia, exige una protección especial y un renovado esfuerzo para su preservación.